Saludos....el presente blog ha sido creado con la intención de divulgar material relacionado a mis investigaciones sobre el tema del uniforme militar venezolano através de su historia.
Me dedico actualmente a recopilar material escrito y gráfico sobre el tema, el cual hasta la actualidad, ha sido poco atendido por los historiadores de mi país, existiendo muy poca bibliografía de consulta.
El primer artículo a ser publicado, trata sobre el vestuario militar utilizado en la guerra de independencia venezolana (1810-1823), tanto por el ejército patriota como el realista, centrado alrrededor de la acción militar desiciva de la Batalla de Carabobo (24 de junio 1821):
SINTESIS DE LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA
Vestuario y Equipamiento Empleado en la Batalla de Carabobo.
(24 de Junio de 1821).
Vestuario del Infante.
Las prendas de vestir más importantes de citar en el soldado de infantería de la época independentista venezolana son: la camisa, la chupa, el chaleco, la casaca, la chaqueta, el calzón ó el pantalón, los botines de paño, los zapatos, y las diversas prendas de cabeza.
Los soldados recibían para su servicio regular, y en condiciones ideales poco comunes en tiempo de guerra, un par de camisas. Estas se elaboraban con variados tipos de telas, prefiriéndose la cotonía, la crea, el listado y la platilla.
Sobre la camisa, el soldado podía llevar un chaleco corto (evolución de la llamada chupa, que originalmente era un chaleco más largo y con mangas). Esta prenda se elaboraba en telas de Bretaña, bayeta, Holanda ó paño. Sobre el cuello alto de la camisa, se llevaba ajustado un corbatín de cuero negro (en ocasiones era de tela), al que se le daban varias vueltas para luego ser abrochado.
Posteriormente se vestía una casaca o chaqueta (ver lámina nº 1), según fuera el caso. Las primeras a diferencia de la segunda, tenían faldones en su parte posterior, que en los uniformes de los oficiales llegaban hasta las corvas. Las chaquetas no llevaban faldones y poseían un diseño más sencillo (casi nunca tenían solapas, como ocurría con muchas casacas) disponiendo de una sola botonadura por su frente. Cabe señalar, que era costumbre elaborar las chaquetas o casacas destinadas para uniformes militares en telas de paño.
En los siglos XVII y XVIII, y a comienzos del XIX, era común en el soldado vestir unos calzones que eran una especie de pantalones cortos que llegaban hasta poco más debajo de las rodillas, y que se ajustaban bien arriba sobre las caderas. En la parte baja de las piernas, disponían de unos pequeños botones para sostener con ellos las polainas. Ya desde principios del siglo XIX, se hizo más frecuente el uso de los pantalones largos en sustitución de los calzones. Ambos modelos, generalmente llevaban en su parte frontal una abertura en forma de puente (que fungía como bragueta), la cual era ajustada al cuerpo de la prenda por medio de unos botones y, tanto calzones como pantalones largos, podían también ser llevados con tirantes. Los pantalones eran hechos en telas frescas de algodón, o en géneros más gruesos como el paño, la bayeta y el brin entre otros.
El soldado de la época solía llevar (unas veces por encima del pantalón, y en otras por debajo de éste), los llamados botines de lienzo. Dependiendo de su tamaño, eran denominados polainas (cuando llegaban hasta la rodilla) o medios botines (cuando sólo cubrían hasta poco más arriba del tobillo); ésta prenda se ajustaba bajo el zapato y era abotonada por el lado externo de la pantorrilla por medio de una fila de botones. Las polainas o medios botines, eran elaborados en telas de paño generalmente, pero también podían ser hechos en brin o lana.
Finalmente, y luego de ponerse sus calcetines, el soldado vestía sus zapatos. Estos, no siempre eran de la mejor calidad y tenían poca duración. En condiciones ideales, cada hombre debía disponer de dos pares; pero en la práctica, en el mejor de los casos solo disponía de uno. Al soldado se le recomendaba el uso de sus mejores zapatos para las marchas, y en el cuartel (y para las demás fatigas del servicio) vestían zapatillas de tela o de cuero. El calzado siempre fue para los ejércitos, durante la guerra de independencia, una prenda de difícil adquisición y de complicada reposición. En las tropas patriotas fue común encontrar en largos periodos de la guerra, descalzos tanto a soldados como a oficiales, situación solventada mayormente, con el uso de la alpargata criolla como calzado.
Para cubrirse la cabeza, lo más común fue el uso del sombrero de ala redonda hecho con las fibras del cáñamo o de fieltro. También se usaron gorras de tela burda como la bayeta, de cuero, o de pieles de animales. El soldado de la época usaba una gorra de tela llamada de fatiga o cuartelera. Este tipo de cubre cabeza significaba un buen ahorro para los oficiales del ejército ya que su uso ayudaba a extender la vida útil del empleado en ocasiones más formales y en campaña. Esta gorra solía llevarse enrollada o atada bajo la cartuchera, o guardada dentro de su mochila. Hay evidencias que permiten afirmar, que dentro de ambos ejércitos durante la guerra de independencia fue usado éste tipo de gorra y también el modelo redondo en forma de plato, con o sin visera, que en las guerras europeas del periodo eran populares entre las tropas rusas, prusianas o hannoverianas.
El cubre cabeza más formal dentro de los ejércitos equipados de la época, era el morrión, inspirado en el modelo francés (ver lámina nº 2), que se caracterizaba por su patrón en forma de cono invertido. Estos se adornaban con cordones, carrilleras, plumas o pompones, con las respectivas divisas nacionales y las del cuerpo respectivo. Se elaboraban en suela, fieltro, o baqueta negra, cubriéndose con la funda de lienzo encerado o hule natural para protegerlos de las inclemencias del clima.
Los oficiales se cubrían regularmente con el sombrero de abanico, también conocido como sombrero apuntado o bicornio (ver lámina nº 2), los cuales se elaboraban en fieltro negro, y eran adornados en distintas formas. Hemos de mencionar, que en los primeros años de la guerra de independencia, se conocía el uso ocasional del antiguo tricornio, siendo éste último, sustituido paulatinamente por el primero.
Debemos mencionar, que entre las prendas de mayor necesidad para el soldado en esos tiempos estaba su capote o frazada, que le servía para proteger el cuerpo y vestuario de la lluvia y el frío. El capote es una especie de levita larga, que llegaba hasta las pantorrillas y se elaboraba en telas de paño, mezclilla o bayeta. La frazada era una especie de ruana grande, que cubría la mayor parte del torso, y también se le utilizaba como cobija de dormir.
Finalmente, deseamos mencionar al lector, que para el siglo XIX era habitual la utilización de determinados colores para los uniformes de las unidades militares de infantería y caballería, dependiendo de cual fuese su función o técnica de combate. Los siguientes extractos, tomados del artículo titulado Organización Militar, escrito por William Burke, y publicado originalmente en la obra Derechos de la América del Sur y México, editada en Caracas en 1811; arrojan más datos al respecto:
“(…) Pero la especie de fuerza que merece particularmente la atención de los ciudadanos, por ser capaz de producir aún mayores ventajas en los países que abundan en montañas y bosques, es la de aquellos cuerpos que llaman en ingles Rifle Corps, cuyo nombre toman del arma de fuego que llevan. Con estas armas (rifles), que apenas son más largas que una carabina, acanaladas en la parte interior del cañón, y que llevan una bala que entra muy ajustada y más chica que la de un fusil, estos expertos tiradores están seguros de poder matar a un ave a sesenta yardas de distancia atravesándole la cabeza. De aquí la grande utilidad de estos cuerpos en la guerra de América, como también su introducción e incremento, al presente, en todos los ejércitos de Europa. Ellos visten de verde para asemejarse al color del campo, y para que este color les favorezca en su aproximación a las posiciones del enemigo. (…)
(…) Aunque el valor y devoción de un soldado a su país, no se debe suponer que depende del color de su casaca, sin embargo, es indisputable que la uniformidad del vestido, además de añadir a la apariencia de los cuerpos militares, es útil bajo otros aspectos. El color verde, por las razones ya asignadas, es el mejor vestido para los cazadores; para los demás cuerpos el azul parece ser el mejor color. Además de ser un color nacional tanto en el Sur como en Norteamérica, disminuye también el tamaño aparente del objeto; y no necesita aquella constante atención para mantenerlo aseado y sin mancha, que necesita el blanco y otros colores claros. El azul es, además, un color rico, y el producto de uno de los principales ramos de la agricultura del país: su uso extenderá, por lo tanto, el aumento del añil. Es casi superfluo añadir aquí que el vestuario de la milicia debe ser generalmente simple y curioso, como también libre de todo adorno inútil y costoso.” (1)
Armamento y equipamiento básico del infante.
Es lógico decir, que el equipo y armamento del soldado no forma parte del vestuario propiamente dicho. Pero debe afirmarse, juega un rol determinante en su aspecto exterior, siendo fuente de interesante información para los estudiosos del tema de uniformes y de los hábitos y costumbres militares de la época.
Por ello, a continuación haremos una sucinta referencia del equipamiento básico del soldado de infantería del tiempo de la independencia; acotando inicialmente, que en el ejército Libertador, fue común la falta de tal equipamiento durante largos periodos de la guerra. Por el contrario, el ejército realista, pudo mantener sus efectivos completamente equipados con mayor regularidad.
El infante de la época, solía llevar un correaje compuesto por dos bandoleras de cuero habitualmente teñidas de color blanco, las cuales eran terciadas sobre el torso pasándolas por debajo de las hombreras de su casaca o chaqueta, y ajustándolas posteriormente al cuerpo por medio de unas hebillas (ver lámina nº 3). Sobre el hombro derecho, se terciaba el correaje correspondiente a el porta bayoneta de su mosquete o fusil (en el soldado de artillería, cazador o granadero, éste mismo correaje servía para llevar su sable, que era generalmente el modelo francés llamado “briquet”). Sobre el hombro izquierdo, el soldado terciaba el correaje correspondiente a la porta cartuchera, donde colocaba su munición de cartuchos de pólvora con bala de plomo. Los soldados de los cuerpos denominados como infantería ligera, solo llevaban el correaje para la bayoneta o sable, pues sus cartuchos de munición, los colocaba en una especie de cartuchera ventral denominada canana, la cual, se colocaba alrededor de su cintura ajustándola por medio de hebillas a guisa de cinturón. Las cananas, eran elaboradas en cuero natural.
El infante además, se terciaba una especie de bolso mediano hecho de tela, ya sea de algodón o de lino crudo, denominado (según acota el historiador venezolano Carlos Pérez Jurado) “macuto”, o simplemente bolsa de costado o de pan (ver lámina nº 3). En ella, se guardaban las pertenencias de mayor necesidad, como la ración diaria de comida, las navajas, tabaco, agujas, hilo, etc.
A continuación, mencionaremos la indispensable mochila, la cual, no obedecía a un solo modelo, debido a la variedad de fabricantes y a las necesarias modificaciones que en su oportunidad les efectuaba el soldado en el transcurso del tiempo. En la mochila se resguardaban las pocas pertenencias de que disponía el combatiente: mudas de ropa o piezas de tela para remiendos, camisas, pantalones de faena, plato y cubiertos, zapatillas, etc., una vez cerrada la misma, por medio de correas y hebillas, disponía de manera compacta y bien envuelto sobre la parte superior de la mochila, su capote o frazada. Las mochilas de la época, se elaboraban generalmente en tela de lino grueso impermeabilizado, en cuero, o en pieles de animal.
Pasamos a citar la cantimplora para llevar el agua, las cuales, podían ser del tipo ingles, fabricadas en madera y luego pintadas color azul celeste. También deben haber sido de uso común, calabazas vaciadas, botellas forradas de mimbre o botas de vino. Hay que decir, a modo de curiosidad, que en tales recipientes no siempre se llevaba el agua común, pues el soldado de la época gustaba en ocasiones no poco frecuentes, llenarlas de agua mezclada con aguardiente o vino.
Por supuesto, no podemos dejar de señalar que en ambos ejércitos, la infantería usaba como arma principal, el mosquete o fusil de ánima lisa, ya sea de modelo español, francés, o de tipo ingles (ver lámina nº 4). La infantería ligera, usaba más bien la carabina (que muchas veces eran viejos fusiles recortados). Es ya conocido el uso del rifle ingles Baker dentro de las primeras unidades de rifleros formadas en el año 1818 en el ejército patriota, pero esta arma, será luego sustituida por la carabina, considerada de uso más práctico para el soldado criollo.
Vestuario básico del jinete.
Es importante subrayar, que la información reseñada a continuación, en cuanto a las prendas de vestuario y equipamiento más comunes del soldado de caballería en el periodo de nuestra independencia, se aplicará de forma generalizada según sea el caso, al ejército realista y a parte de los contingentes expedicionarios británicos e irlandeses venidos a reforzar a los patriotas, más que a los cuerpos de caballería criolla, ya que éstos, casi nunca dispusieron de un vestuario y equipamiento regular, que no fuera más allá, de unos pantalones cortos de burdo lienzo, su manta o cobija, un sombrero redondo, y su temible lanza; y para enjaezar sus caballos, tampoco gustaron del correaje y monturas acostumbradas en los ejércitos de Europa.
Estos hombres, acostumbrados a los trabajos rudos y peligrosos de la vida en los llanos de Venezuela y Colombia, vendrán a ser vestidos, equipados, y disciplinados de forma más regular a partir de 1819, llegando posteriormente a formar parte de los mejores regimientos del arma de caballería dentro de la famosa Brigada de la Guardia del Libertador.
En la guerra de independencia de Venezuela, la caballería fue el arma más poderosa de los patriotas, y el Libertador reconoció en diversas oportunidades la superioridad de la infantería realista respecto a la suya. Los cuerpos de caballería de línea no fueron abundantes en ambos ejércitos, esto debido al tipo de guerra que se practicaba, y a las características geográficas del país. Ello trajo como consecuencia, la creación de contingentes a caballo que reunieran dentro de sus características la velocidad, agilidad, y la sorpresa en sus maniobras, con el poder de fuego de la infantería, características propias a los cuerpos de caballería ligera denominados: Guías, Carabineros o Cazadores a caballo, Dragones, y Húsares.
Los escuadrones de Húsares por ejemplo, acostumbraban a usar chaquetas o dormanes, adornados en su frente con trenzados de estambre de diferentes colores y formas, en sus cuellos y vueltas, podían llevar galones de seda (ver lámina nº 5). También era habitual en su vestuario (sobre todo en Europa) el uso de otra chaqueta, tan ricamente adornada como el dormán, la cual llevaban terciada sobre el hombro izquierdo por medio de un cordón sujetado alrededor del cuello, guarnecida en el collarín y puños con piel de oso o astracán; ésta prenda era denominada pelliza. Los Dragones, vestían casacas cortas de paño, adornadas en su parte frontal con alamares de seda o con encajes de hilo brillante.
En los distintos cuerpos de caballería, era extendido el uso de pantalones más o menos holgados, ya sea de paño o de géneros más frescos como la cotonía. También eran usados pantalones de brin, de telas toscas como la bayeta, la coleta, y de tejidos que combinaban en sus fibras, el lino, la estopa y el yute.
Era conocido, sobre todo entre los Húsares, el uso de pantalones de montar elaborados en cuero o hule, los cuales, disponían de una fila de botones a lo largo de la parte exterior de las piernas. También los hubo de tela fuerte, con refuerzos de cuero en la parte interna y tobillos de los miembros inferiores.
Como prendas de abrigo, el jinete usaba su capa corta (la cual solía tener una esclavina), su frazada o cobija. En condiciones ideales de equipamiento, el jinete disponía de un saco o capote como el usado por el soldado de infantería. En cuanto a calzado, usaba desde la bota entera con sesgo a nivel de la corva, pasando por el medio botín de cuero o el borceguí. Su calzado disponía de espuela fija o postiza, ésta última era ajustada al pie, por medio de correas y hebillas.
El soldado a caballo usaba para las labores de cuartel su gorra de tela, y para campaña el morrión, generalmente adornado con un plumero de cerda rizada de un palmo de altura. Los Húsares también se tocaban con un gorro alto de pelo de oso o de astracán, y en los cuerpos de Dragones, era característico el uso de cascos metálicos o hechos en una mezcla de aquel con partes de cuero o suela, coronados de una cimera de piel, y llevando barboquejos con carrilleras de escamas de latón.
Finalmente, debemos mencionar el uso de corazas de metal; que si bien es cierto, no hubo regimientos de caballería pesada en Venezuela como en las guerras europeas de la época, si hallamos durante la investigación el dato desconocido hasta hoy, del uso de corazas dentro de algunos escuadrones de élite de la caballería realista que combatió en el país.
Armamento y equipamiento básico del jinete.
El equipamiento del soldado de caballería, incluía el correaje personal destinado al transporte de sus armas, ya fueran de fuego o blancas; y aquel correspondiente a su montura. De éste último, no nos ocuparemos, por exceder en mucho al tema que nos ocupa en las páginas de esta investigación.
El correaje para el jinete de los cuerpos de caballería de la época, estaba íntimamente relacionado con el tipo de armamento y técnicas de combate en las que estaba particularmente especializado. El lector debe saber, que en los tiempos de nuestra guerra de independencia era común encontrar, tanto en la infantería como en la caballería, ya fueran estas de línea o ligera, compañías o escuadrones llamados de élite o de preferencia. Estos no eran otra cosa, que tropa escogida por su disciplina, valentía, experiencia, robustez, y dominio de sus armas.
Un regimiento de caballería podía estar compuesto de cinco escuadrones, de los cuales, dos eran de preferencia. En cuanto al armamento, de los cinco escuadrones, dos usaban carabina, sable y pistolas; las otras tres restantes, usaban lanza, pistolas y carabina.
Para el uso de la carabina (también llamado mosquetón o tercerola), el jinete se terciaba de izquierda a derecha, la bandolera que sujetaba esta arma, por medio de una anilla o gancho, además, disponía de un correaje (en ocasiones; del tipo cinturón con tiros, llamado biricú; y en otras, del tipo llamado tahalí) para llevar su espada o sable. El soldado de caballería además disponía de un correaje para llevar su cartuchera de munición. Las pistolas, las llevaba el jinete en las fundas llamadas pistoleras, que se encontraban sobre la parte delantera (y a cada lado) de su silla de montar.
Era característico de algunos cuerpos de caballería ligera, como los Húsares por ejemplo, el llevar puesto un cinturón del que pendía no solo su sable, sino también, una especie de cartera, a la que se denominaba portapliegos o sabretache; y que cumplía con la función de transportar correspondencia, mapas o planos.
Para concluir, debemos mencionar el uso de la formidable arma de la época, la lanza. En el ejército realista, era reglamentario el uso de una lanza que medía tres varas de alto (aproximadamente 2,40 metros), desde su base hasta la punta de su moharra (ver lámina nº 4). El lancero clavaba y ataba (al asta de su lanza) a una altura conveniente, una correa a la que se denominaba portalanza, que servía para meter el brazo derecho, para efectos de su cómodo transporte en las marchas y como ayuda de afianzamiento en el empuje de una carga. Por debajo de la punta o moharra, se disponía una banderola que servía para espantar a los caballos del enemigo al momento de verla revolotear muy cercana de sus ojos en medio de una carga, y que también cumplía funciones de adorno luciendo los colores y divisas del cuerpo a que correspondía. Entre los llaneros patriotas, era más común, el uso de una lanza de cerca de 3 metros de alto.
Uniformes representados en el Museo Histórico del Ejército.
Para la elaboración del conjunto de representaciones de los uniformes usados por el Ejército Patriota durante la gloriosa jornada de Carabobo el 24 de junio de 1821, se utilizó como fuente histórica documental primaria, el Reglamento sobre Uniformes, Divisas y Graduaciones de los ejércitos de Venezuela, dictado por el Libertador Simón Bolívar el 1 de noviembre de 1813, y que citamos a continuación:
“Para que el ejercito de la República de Venezuela se distinga de las tropas españolas en el uniforme, divisas y orden de grados de aquella nación, he resuelto y resuelvo lo siguiente:
1º El empleo de General en Jefe será desde hoy en adelante el último grado militar, y equivalente al de Capitán General, que queda suprimido.
2º En el de General de División quedaran reasumidos los de Teniente General y Mariscal de Campo, que también se suprimen.
3º El de General de Brigada corresponderá al de Brigadier.
4º El uniforme de los Generales en Jefe será casaca azul, vuelta, collarín y solapa encarnada, botón de oro y una palma de laurel de lo mismo, bordada en la vuelta, collarín y solapa; dos charreteras de oro, con tres estrellas en la pala, pantalón, chupa y banda encarnada con borlas de oro.
5º El de los Generales de División: casaca encarnada, vuelta, collarín y solapa azul, botón y bordado como el de los Generales en Jefe, dos charreteras de oro con dos estrellas en la pala, pantalón, chupa y banda azul, con borlas de oro.
6º El de los Generales de Brigada: casaca azul, vuelta, collarín y solapa anteada, botón y bordado como el de los Generales en Jefe, dos charreteras de oro con una estrella en la pala, pantalón, chupa y banda anteada con borlas de oro.
7º El de los Edecanes de los Generales en Jefe será casaca encarnada, vuelta, collarín y solapa anteada, botón de oro, galones de lo mismo en los ojales de la casaca, la divisa de su grado en los términos que se detallara; pantalón, chupa y banda anteada, con borlas de seda.
8º El de los Edecanes de los Generales de División será lo mismo que el de estos, con la diferencia de que no llevan bordados, que las borlas de la banda son de seda; divisa, la de su grado.
9º El de los Edecanes de los Generales de Brigada será igual al de sus Jefes, con la diferencia de que no llevan bordados ni borlas de oro en la banda.
10º La divisa de los Coroneles será dos charreteras con canelones.
11º La de los Tenientes Coroneles, una charretera con canelones a la derecha, y una espoleta sin ellos a la izquierda.
12º La de los Sargentos Mayores, una charretera con canelones a la izquierda, y una espoleta sin ellos a la derecha.
13º Los Coroneles, Tenientes Coroneles y Sargentos Mayores usaran banda encarnada con borlas de seda.
14º La divisa de los Capitanes será dos espoletas.
15º La de los Tenientes, una espoleta a la derecha.
16º La de los Subtenientes, una a la izquierda.
17º La clase de cadetes queda extinguida, y en su lugar se establece la de voluntarios.
18º Usaran por divisas los Sargentos Primeros dos galones de seda en el brazo; y uno los Segundos; y los Cabos Primeros dos en la vuelta, y uno los Segundos.
19º El uniforme general del ejército será casaca y pantalón azul de paño, vuelta y collarín encarnado, una sola botonadura por el centro y vivo encarnado.
20º La infantería de línea, como el artículo anterior, con cabos de oro.
21º La infantería ligera, chaqueta en lugar de casaca y cabos de oro.
22º El cuerpo de artillería, como el articulo veinte, con dos granadas en el collarín.
23º El cuerpo de ingenieros, como el articulo veinte, cabos blancos y dos castillos en el collarín.
24º La caballería ligera, como el artículo 21, y cabos de plata.
25º Los dragones, del mismo modo que el articulo antecedente, con alamares de seda en la chaqueta.
26º Todos los forros de los uniformes serán del color de la vuelta y cuello, excepto el de plaza, que es como sigue:
27º El uniforme de plaza será casaca azul, vuelta y cuello encarnado, solapa y forro blanco, con una sardineta blanca en el cuello, botón dorado, chupa y pantalón blanco con galón ancho en la manga.
28º La infantería usara botines, y la caballería bota alta.
29º Se tendrá este por un reglamento general que se cumplirá inviolablemente en todos los cuerpos del ejército de Venezuela.
Se imprimirá y comunicara a quien corresponda.
Dado en el Cuartel General de Caracas a 17 de Octubre de 1813, tercero de la Independencia y primero de la Guerra a Muerte. Firmado por mi mano, sellado con el sello provisional de la República, y refrendado por el Secretario de Guerra.- Simón Bolívar. Antonio Rafael Mendiri, Secretario de Guerra.” (2)
Este importante documento, pionero en la historia de Venezuela como República independiente en lo que a materia de reglamentación de uniformes militares se refiere, mantuvo su vigencia durante el período de la guerra de independencia en nuestro país, al menos desde 1813 hasta 1825. Como su propio texto lo refiere, el citado reglamento era de tipo general, y la tradición histórica y documental vigente hasta hoy, confirman su aplicación dentro del Ejército Libertador.
Sin embargo, las dificultades que de todo tipo se manifestaron en una guerra cruenta y sin cuartel, evitaron la perfecta ejecución de tal reglamento, por ello encontramos períodos donde no fue posible mantener una real uniformidad dentro de las tropas independientes. Después de la perdida de la llamada Segunda República en 1814, y hasta mediados de 1818, se aprecia una gran irregularidad dentro del vestuario usado por los diversos contingentes militares que luchaban por la independencia de Venezuela. El principal hecho a subrayarse en esos años, fue la llegada a nuestro país de tropas de origen británico e irlandés, contratadas y organizadas por el agente patriota en Londres Luis López Méndez con el fin de reforzar a las tropas criollas, con éstas expediciones se recibió además equipamiento y armas, así como una buena cantidad de vestuario de diverso tipo que, si bien es cierto era de gran necesidad para el ejército en aquellos días, contribuyo por algún tiempo a la falta de homogeneidad dentro de sus uniformes.
Luego de la exitosa campaña de Nueva Granada, y de la posterior creación de la República de Colombia (1819), diversos hechos de tipo político suscitados en España obligan al comando realista en Venezuela a negociar un armisticio y tratado de regularización de la guerra con los patriotas. Es justo en ese período de paz, que el Libertador aprovechará todos los recursos de los territorios liberados para equipar y vestir completamente a su ejército y comienza a prever (a finales de 1820) las medidas a tal fin, para tener todo listo cuando se reanudaren las hostilidades luego del vencimiento del tratado, o por causa imprevistas.
En cuanto al tema del aprovisionamiento logístico de armas, como de las prendas de vestuario para los cuerpos del ejército (en específico para los batallones que componían la primera Brigada de la Guardia), en los últimos meses de 1820 y comienzos del 21, deseamos desglosar a continuación los datos que nos presenta un expediente de armamento, vestuario y equipos de algunas de éstas unidades, ya que del mismo, se desprende información relacionada con el tema que hemos venido tratando.
El citado expediente, fue elaborado por el “Estado Mayor de La Guardia” y recoge una información numérica de la dotación que de cada artículo (equipo, armamento y vestuario), tenia cada batallón de la Brigada. El expediente comienza el 15 de agosto de 1820 y termina el 1 de enero de 1821, y se refiere a los batallones “Granaderos”, “Vencedor”, “Boyacá”, “Vargas”, “Anzoátegui”, “Tiradores”, y “Bogotá” (los folios correspondientes a éstos tres últimos cuerpos, se encuentran en blanco en el original). La información que suministra el documento detalla el siguiente equipamiento por batallón:
- Armamento: Fusiles, bayonetas, sables, cartucheras, porta fusiles, cubre llaves, cajas de guerra (tambores), cornetas, fales, y pitos.
- Vestuario: Morriones, casacas, chaquetas de paño, chaquetas de lienzo, pantalones de paño, pantalones de lienzo, fundas de morriones, fundas de gorras, camisas, cobijas, cordones (de los morriones), alpargatas, gorras de pelo, escarapelas, morrales, gorras de cuartel, y carrilleras.
- Municiones y menajes: Cartuchos, piedras (de chispa), baquetones, achuelas, y sube muelles.
Es de notar, que el expediente señala dentro del renglón de vestuario, el aprovisionamiento de gorras de pelo exclusivamente para el Batallón Granaderos de la Guardia, quienes además usaban como el esto de los cuerpos de infantería señalados, el morrión con sus cordones y carrilleras correspondientes (sólo Granaderos tenían ese equipamiento completo según muestra el expediente). Además observamos que se les estaba tratando de aprovisionar, de casacas y de chaquetas (éstas últimas de lienzo, muy probablemente de algodón en su mayoría, así como los pantalones), y las cifras del citado documento nos señalan que debían calzar alpargatas (no zapatos); sin embargo los números del expediente (3) rebelan incluso que para ese momento todos los batallones carecían de éstas últimas.
Para los estudiosos del tema, este tipo de datos es importante, ya que desde hace buen tiempo ha sido interés de algunos historiadores el asunto de dilucidar que aspecto presentaba el vestuario que portaba el ejército Libertador en la acción de Carabobo (24 de junio 1821). La mayoría de los cuerpos citados en el expediente anterior, tendrán participación en dicha acción militar, y en nuestro Museo se halla representado uno de ellos: el Tiradores de la Guardia, además del valeroso batallón Bravos de Apure, cuyo vestuario, también siguió las líneas generales de uniformidad de todas las unidades de infantería patriotas.
Uniforme del Regimiento de Rifles.
El historiador Eric Lambert en su obra, solo dice lo siguiente respecto a la uniformidad de este cuerpo: “El uniforme de los Rifles era similar al de la Brigada de Rifles Británica” (4). Los regimientos de rifles del ejército británico del período, se caracterizaban por el uso de un uniforme verde oscuro, ya que estas unidades de infantería ligera generalmente usaban táctica de combate irregular o de guerrillas, desplegándose a vanguardia de los cuerpos del ejército y en zonas boscosas utilizando los accidentes del terreno para ocultarse. Si bien es cierto que el cuerpo de rifles del Coronel Donald Campbell sufrió de fuertes deserciones en el número original de efectivos con que había partido originalmente desde Inglaterra, los pocos oficiales que de éste cuerpo llegaron a Angostura al mando del Teniente Coronel Robert Pigott, sirvieron como base para la formación de una unidad de rifleros formó el Libertador en las misiones de Guayana con algunos soldados de origen indígena; éste cuerpo tendrá una participación muy importante en distintas acciones de la guerra de independencia, atribuyéndoles el mote de “zamuritos” o “los rifles negros”, debido probablemente al oscurecimiento progresivo de sus uniformes verde oscuro y a su ferocidad en el combate (ver lámina nº 6).
El legionario Alexander Alexander, quien vino con las expediciones organizadas por Luis López Méndez, nos refiere en sus memorias más datos acerca del uniforme de este legendario cuerpo, del cual formó parte por algún tiempo: “Al fin, el 24 de julio de 1818, recibí una tarjeta del Coronel Rook, diciéndome que iba a ser trasladado, con ordenes de ir a donde el General Soublette para recibir mis instrucciones. Todas las comunicaciones se hacían por tarjeta o verbalmente, ya que no había libros de órdenes en el servicio. Al mismo tiempo obtuve mi ropa militar, ya que el General Soublette era ayudante general. El uniforme consistía de una chaqueta verde con botones republicanos. La tela era tolerablemente fina; y en vez de presillas teníamos una tira de encaje en el hombro derecho, que era el uniforme del Teniente en el servicio español y en el republicano; nadie lleva caponas por debajo del grado de Teniente Coronel, y éste tiene solo una capona en su hombro derecho, y una tira de encaje en el izquierdo. También me dieron dos pares de pantalones blancos y dos camisas.” (5)
El relato anterior, se refiere al momento en que el Teniente Alexander Alexander fue enviado a las misiones cerca de la Villa de Upáta (donde se estaba organizando una División de infantería al mando del General José Antonio Anzoátegui), formando parte del cuerpo de Granaderos, es allí que conoce al Coronel Robert Pigott que estaba al mando de los Rifles. Se debe acotar, que Alexander Alexander dice en sus memorias que fue enviado allí el 31 de julio de 1818. Estos cuerpos serán luego trasladados a Angostura, para dirigirse a Apure con el Libertador, y Alexander por motivos de salud no acompañará en ese momento a su unidad. Restablecido tiempo después, solicitará pase para reunirse con el ejército:
En el momento de la retirada patriota de Apure ante el avance del ejercito de Pablo Morillo, Alexander Alexander da los siguientes datos sobre el uniforme del Regimiento de Rifles: “Nuestro equipo de rifles estaba regularmente vestido de verde. Nuestros morrales eran todos de diferentes regimientos, incluyendo regulares y milicias locales.” (6).
Más adelante, cuando el legionario formaba parte de la expedición comandada por el General Mariano Montilla sobre Santa Marta (1820), nos referirá su reencuentro con los Rifles, que eran en ese momento comandados por el Coronel Arturo Sands, y que llegaban allí desde Bogotá luego de su participación en la campaña de liberación de Nueva Granada (1819). Fue en ese momento que los oficiales del Rifles le ofrecieron a Alexander que ingresará nuevamente a su cuerpo (al que había pertenecido por una breve temporada en el Apure), acompañándoles en las próximas operaciones. La última referencia que nos hace Alexander sobre la uniformidad del cuerpo de Rifles forma parte de una anécdota muy curiosa de la que fue protagonista:
“Mientras estábamos allí un joven acababa de recibir una comisión en el servicio republicano, se enamoró de mi gorra, y estaba dispuesto a pagármela por lo que yo le pidiera. Me preguntó si el clarín que tenia al frente era de oro, y le dije que era solo dorado; cuando descubrió que no quería vendérsela, me miró cortésmente, y me pidió que se la prestara por unos pocos minutos, lo cual hice, y se fue. Como una hora mas tarde, regresó con la gorra y me la devolvió, luego estiró los brazos y se dio la vuelta con aire de infinita satisfacción. Vi entonces lo que había hecho en este breve lapso; un joyero le había hecho tres clarines del mismo tamaño que el mío, se los cosió a su guerrera, uno detrás del cuello, y los otros dos en cada puño. Es aquí la costumbre tener un semicírculo de botones en la parte de atrás del cuello de la guerrera. Yo le mostré los dos que tenía en mis faldones, y entonces se fue a conseguir otros dos para el mismo objeto. De modo que tenía cinco clarines de plata sobre su persona, todos del mismo tamaño que el que yo tenía en mi gorra, del cual habían sido copiados.” (7)
Uniforme del Cazadores Británico.
Buena parte de los investigadores en el tema de los uniformes usados durante la guerra de independencia venezolana, coinciden en aceptar la posibilidad que desde la sucesiva organización de batallones compuestos en su mayor parte por soldados de origen británico, previo a la campaña de liberación de la Nueva Granada (1819), el Libertador haya decidido por razones diversas proveerles siempre de uniformes que se asemejasen mucho a los usados por aquellos en su país de nacimiento. Este criterio se apoya en varios hechos históricos, citaremos algunos.
Buena parte de los uniformes que llevó el Libertador desde Angostura al Apure a finales de 1818, formaban parte de los que habían traído diversas naves militares, y generalmente, eran vestuarios de origen ingles pertenecientes a las expediciones organizadas en Londres por López Méndez (o adquiridas por medio de contratas con comerciantes de las Antillas), donde vinieron muchas casacas encarnadas que si bien, no eran las que reglamentariamente se habían estipulado desde los orígenes de la guerra como el color distintivo de los patriotas, es racional pensar que el Libertador, impelido por las dificultades y escases en los artículos de vestuario para sus tropas, no podía entrar en consideraciones estrictas en el tema, pues lo vital era suplir a sus tropas con lo esencial para el servicio. Estos vestuarios de origen ingles serán reseñados por diversos legionarios en sus memorias, e incluso, por testigos que formaron parte del ejército realista, como citaremos más adelante.
Al respecto de estos uniformes, el Cirujano Robinson en sus memorias refiere lo siguiente:
(…)”El coronel vestía con gorro y casaca de soldado de infantería ingles, y con unos pantalones de burdo lienzo cortados hasta medio pie sobre las rodillas mientras sus piernas y pies estaban al descubierto. Sus tropas eran muy oscuras, de un color marrón sucio, con cabellos negros, tupidos y lacios, y llevaban lanzas de unos 14 pies de largo que eran sus únicas armas, tanto para el ataque como para la defensa. Estaban pintados en varias partes de la cara y el cuerpo, cada uno de acuerdo con su propio gusto, generalmente con rayas y figuras de varias clases y de un brillante color carmesí.” (8)
Y los realistas hacen el siguiente comentario, que es citado en el Correo del Orinoco Nº 28 del 24 de abril de 1819, y que fue tomado de una nota al pie de página, de la Gaceta de Caracas Nº 236 y 237, donde se reseñaban las operaciones realistas sobre Apure en 1819:
“Estas tropas (la de los patriotas) están vestidas con una chaqueta encarnada que les ha mandado desde Angostura nuestro Simón, sin más camisa, calzones, ni otra cosa que se les parezca: forman la figura más extravagante.”
El día 27 de marzo de 1819 se libra el combate de La Gamarra, y el 3 de abril, la legendaria acción de las Queseras del Medio. Morillo quien había avanzado, decide retirarse de nuevo hasta Achaguas, lo que aprovecha el Libertador para luego de un conjunto de maniobras, situarse en Rincón Hondo el 21 de marzo, buscando reunirse más adelante con las tropas que el General de Brigada Francisco de Paula Santander, había levantado en los llanos de Casanare cumpliendo órdenes del Libertador, y ejecutar su plan de invadir la Nueva Granada. Morillo quien esperaba evitar este avance del Libertador, creyó imposible la reunión de estas fuerzas, por la cercanía de la estación lluviosa que hacia intransitable los caminos y desbordaba los cauces de los innumerables ríos de la región; paraliza sus operaciones y retrocede con sus fuerzas, para abandonar todo el alto Apure y establecerse en Calabozo.
El Libertador, consciente del agotamiento de sus tropas debido a lo riguroso de la campaña y las continuas marchas, dirigirá el día 20 de abril de 1819, una carta al Vicepresidente de la República, Francisco Antonio Zea, solicitándole urgente ayuda para paliar la escasez de recursos dentro de su ejército, específicamente la falta de vestuarios, que seguramente ya se habían dañado por el continuo uso en condiciones climáticas duras:
“Repito a V.E. que la desnudez del ejercito es extraordinaria. El invierno ha entrado ya con bastante vigor y si continúa y nuestras tropas no se cubren de alguna manera las enfermedades aumentarán nuestras pérdidas. En Margarita hay 2.000 vestidos que nos servirían muy bien si llegaran ahora. Yo creo que el General Urdaneta debe haberlos remitido a esta capital. Hágalos V.E. traer en la primera ocasión. Además encargará V.E. cinco o seis mil a Inglaterra…cualquiera que sea su color, con tal que vengan 2.000 chaquetas encarnadas.
Mr. Power me ha ofrecido 1.132 pares de zapatos que tiene a mi disposición. Ajústelos V.E. con él y que vengan cuanto antes. V.E. puede ofrecer pagarlos con seguridad en mulas o ganados, para los primeros días del próximo Agosto” (9)
La referencia que hace el Libertador a la adquisición en Inglaterra de “2.000 chaquetas encarnadas”, corrobora lo que hemos dicho en otro momento, y nos hace pensar, que éste había decidido vestir siempre con tales colores a las unidades de infantería británica dentro de su ejército, hipótesis muy posible, ya que el uso de las casacas o chaquetas encarnadas como color característico de buena parte de los cuerpos ingleses en las guerras napoleónicas, es universalmente reconocido, y es lógico pensar en ello como una solución plausible.
El testimonio de un testigo de la época apoya esta tesis, nos referimos a Manuel Antonio López, ayudante del Estado Mayor General del ejército patriota, quien participó en las campañas del Ecuador y del Perú. En sus memorias, López narra la acción militar de Pitayó (6 de junio de 1820), en la que pudo reintegrarse a las fuerzas independientes comandadas por el General Manual Valdez, luego de haber sido obligado a servir en el campo realista después de ser tomado prisionero en las cercanías de Popayán. López narra el momento en el cual, en pleno combate, se separa de los realistas y corre hacia el campo patriota, encontrándose súbitamente con los soldados del batallón Albión, formado en buena parte, por soldados británicos, y que había sido creado por el Libertador en octubre de 1819 luego del triunfo de Boyacá:
“(…) la descubierta había roto sus fuegos contra la avanzada antedicha, la que fue reforzada a los primeros tiros con una compañía de tiradores, y ya no era tiempo de retroceder. En el acto hizo desplegar en tiradores la 1ª y 2ª compañías de la columna, internándolas en el monte al lado izquierdo del camino, para descender a una quebrada; al lado opuesto de ésta se presentó de improviso el batallón Albión que recibió con sus fuegos a las tropas realistas; a mí me toco salir en la primera guerrilla de aquellas tropas, y haciendo fuego al aire avancé rápidamente; a la sombra de unos árboles gruesos que me ocultaron del Teniente Juan Bautista Arévalo que mandaba la guerrilla, volví el fusil con la culata arriba, descendí a la quebrada, la atravesé sin detenerme y me presenté delante de una tropa vestida con casacas encarnadas; unos soldados intentaron hacerme fuego; pero afortunadamente se encontraba entre ellos el Alférez Carlos Ludovico, que me conoció en el acto, les habló en ingles, se contuvieron y corrió a abrazarme.” (10)
El uso de casacas encarnadas, como característica particular de los cuerpos de infantería británicos en el ejercito patriota (al menos, desde 1818 aproximadamente), también se puede inferir de la carta escrita por un oficial del buque de guerra británico Falmouth, fechada en Puerto Cabello el 2 de julio de 1821, y que fuera publicada originalmente en el Dublín Evening Post del 13 de septiembre del mismo año, y posteriormente en The Glasgow Chronicle; la carta ( si bien exagerada e inexacta en algunos de sus conceptos) cita el triunfo patriota en Carabobo y hace referencia a que las tropas británicas, al parecer, vestían un uniforme que les identificaba particularmente. El siguiente extracto lo tomamos, de la traducción del texto, publicada por el historiador Eric Lambert:
“Hace diez días aproximadamente que ambos ejércitos se encontraron en las llanuras cerca de Valencia y que 5 ó 6.000 realistas fueron derrotados completamente por 4.000 patriotas; en realidad, tengo entendido que las únicas tropas que se empeñaron en combate fueron 800 infantes británicos y 100 nativos de caballería. Los realistas conocían al regimiento británico por el uniforme y cuando aquellos lo veían atacar tiraban las armas al suelo y salían corriendo en la confusión más absoluta…” (11). Es de hacer notar al lector, que el oficial sugiere claramente que los realistas ya conocían a las unidades británicas dentro del ejército patriota por su uniforme, que por ende, les era característico respecto a las tropas criollas.
Húsares de Páez y Guardia de Honor del Libertador.
Será el año de 1815, y en específico en la ciudad colombiana de Mompox, que el Libertador creará su célebre Guardia de Honor, ésta unidad militar le acompañará en diversos hechos de armas en el futuro, y será el corazón alrededor del cual se forma con posterioridad el ejército de operaciones, compuesto por la Brigada de la Guardia.
A continuación citaremos el documento oficial de su creación, donde se detalla su uniforme original:
“Plan para la formación de un cuerpo con la denominación de Guardia de Honor.
La Guardia de Honor será la custodia del General en Jefe, y hará el servicio que previene la ordenanza para los cuerpos que titula Guardia del General.
Se compondrá de una compañía de Zapadores, una de Granaderos, una de fusileros de línea, una de Cazadores, un piquete de artillería y un Escuadrón de caballería, pesadamente armado………
El uniforme de la Guardia de Honor será chaqueta encarnada, vuelta y cuello verde, pantalón verde o blanco, y corbata negra; la infantería llevará gorra de cazadores, cabos de oro y alamares de lo mismo al lado de la solapa y vueltas; la caballería gorras de húsares y cabos de plata.
La infantería estará armada como corresponde, con cada una de las armas de que se disponga; y la caballería de mosquetón, sable y canana la primera compañía; y la segunda, de pistola, sable y lanza
Mompox, 12 de febrero de 1815 – 5ª – SIMON BOLIVAR.” (12)
El uniforme arriba detallado no pudo ser de uso continuado durante los largos años de la guerra. Algunos investigadores estiman que a partir de 1818 con la llegada de los contingentes expedicionarios ingleses a Guayana, el uniforme de la Guardia de Honor del Libertador (ver lámina nº 6), viene a ser influenciado en su aspecto por el de los Húsares Rojos del Coronel Henry Wilson. El mismo Libertador afirma en una carta enviada al General José Antonio Páez, fechada el 29 de setiembre de 1818, que había utilizado parte de los uniformes de aquel cuerpo para vestir a los Dragones de su Guardia:
“Mi querido General:
He tenido el mayor placer en recibir la carta de Vd. que me ha entregado el ciudadano Mujica. Yo me alegro mucho que los magníficos vestidos de húsares encarnados hayan servido para sus valientes compañeros de armas. Pero al mismo tiempo me es muy sensible no poder enviar el número suficiente de ellos para todo el bravo ejército de Apure. Estos vestidos eran pocos, y como eran los mejores, ha sido preciso vestir con ellos a todos los cuerpos ingleses y a los dragones de mi guardia; sólo quedaban cien vestidos disponibles, los cuales los envío pero es con el destino de que se les den a los ingleses, porque ya los habían pedido anticipadamente por medio del mayor interino que ha venido aquí…” (13)
Si bien, el diseño original del uniforme de gala usado por los Húsares Rojos del Coronel Wilson, difiere en algunas partes del reglamentado por el Libertador para su Guardia, pueden encontrarse evidentes influencias del estilo ingles, en los posteriores diseños usados por la misma hasta nuestros días. Ello pudo ocurrir luego de la desaparición definitiva de los primeros vestuarios traídos por los ingleses al no poder obtener repuesto para ellos después de 1818 (los Húsares Rojos dejan de existir en 1819).
Mientras tanto Apure, los patriotas deberán afrontar la ofensiva que el propio General Pablo Morillo comenzaba a realizar a la cabeza de un numeroso ejército. En las memorias de John Roberton, quien acompañaba a los patriotas en esta campaña, se narra de la siguiente manera, la llegada del ejército realista a Apure, la retirada patriota, y específicamente, suministra datos referentes a la uniformidad de la Guardia de Honor de Páez, veamos:
“La retirada desde la orilla opuesta del Arauca ha comenzado, y tengo oportunidad de observar a los dragones mientras se dirigen a cruzar el rio para llegar a Caugral (Caujarál). Sus caballos son de pequeño tamaño y los dragones, en su mayoría, estaban tan desnudos como cuando llegaron al mundo. Unos llevaban carabinas; otros carabina y una lanza que media de 12 a 14 pies. Algunos, sin embargo, usaban una cobija o manta con un agujero en el centro y un par de pantalones hechos de burdo lienzo, que mas bien eran bragas pues apenas llegaban a sus rodillas, dejando las piernas y los pies al descubierto. De los que usaban mantas algunos llevaban sombreros de paja o gorros hechos de piel de animales, lo que significaba que eran oficiales comisionados.
El asunto tomó un aspecto diferente cuando la Guardia de Honor de Páez llegó. Esta agrupación consiste de 300 hombres escogidos de diferentes cuerpos del ejército, montados sobre los mejores caballos del país. Tienen toda la apariencia de las tropas inglesas, y siempre están ansiosos, al igual que su bravo Jefe, por entrar en combate. Usan el mismo gorro que llevan los dragones ingleses, una chaqueta roja con puños amarillos y azules vueltos hacia arriba, capa corta o esclavina, y pantalones azules. Todos pelean con lanzas, y estos 300 hombres, en el campo de batalla, se pueden comparar con 1.100 soldados de cualquier cuerpo del ejercito patriota.” (14)
También citaremos el siguiente documento que rinde informe de un interrogatorio hecho por los realistas, a un personaje fugado del campo patriota, donde obtenemos otra descripción detallada, del uniforme de la Guardia de Honor de Páez:
“Don Luis Genaro de la Rocque Coronel del Regimiento antiguo infantería de Cantabria 25 de Línea y Jefe interino del Estado Mayor General del Ejercito Expedicionario Pacificador de Costa Firme.
Certifico que hoy día de la fecha se me presentó Don Fernando Torralba a quien en virtud de orden del Excmo. Señor General en Jefe del Ejército Don Pablo Morillo hice las preguntas siguientes:
…Que fuerza sobre poco más o menos tendrá el enemigo, cuantas madrinas, de que modo están armados y vestidos, diga menudamente cuanto sepa en el asunto hasta el día de su fuga = Dice = Que vio pasar una revista de comisario y que en ella contaban tres mil hombres a caballo todos de lanza, y que en este día bendijeron y juraron una bandera negra, publicando la guerra a muerte, que esta insignia tenia por un lado el letrero siguiente. PARA LOS REBELDES MI LANZA, y por el otro LA GUERRA A MUERTE. Que tienen mucho caballo que además de la fuerza revistada tiene ochocientos carabineros Rangel, que generalmente todos están bien vestidos principalmente la Guardia de Honor que acaba de enviarle Bolívar un vestuario compuesto de casco con cola de caballo y carrilleras de metal chaqueta o casaca encarnada con cabos amarillos, pantalones azules con tira amarilla. Que su fuga de la isla la verificó tan luego como Páez paso a Mantecal a una función de toros, tomando una balsa después una canoa y navegando seis días Apure arriba con otros cuatro más presentándose en Barinas. Que por voces se decía que el Ejército rebelde se componía de nueve mil hombres y en su total; que es cuanto puede recordar y decir en razón a lo más esencial preguntado.
En Valencia a siete de Noviembre de mil ochocientos diez y ocho.
Luis Genaro de la Rocque.
Fernando Torralba.” (15)
Como hemos visto, los uniformes tanto de la Guardia de Honor del Libertador, y la del General Páez, recibieron uniformes de origen ingles durante los años de 1818 y 1819, lo que ciertamente generó una influencia en su aspecto posterior, asemejándose en buena parte, al vestuario traído en 1818 por los famosos Húsares Rojos.
El vestuario de éste cuerpo británico, es el más elogiado por su lujo en las crónicas contemporáneas que le hacen referencia, el historiador Eric Lambert cita en su obra lo siguiente: “Los Húsares Rojos se llevaban la palma como aves del paraíso. Uniforme de gala: chaqueta escarlata con puños y cuello azul claro suntuosísima y costosísimamente adornada con cordón de oro. Los pantalones eran también escarlata, y el traje de campo llevaban chaqueta azul adornada con cordón de oro ancho.” (16)
El Coronel Gustav Hippisley (quien como ya se ha mencionado, estaba al mando del primer regimiento de Húsares Venezolanos), también señala en sus memorias los siguientes datos respecto al vestuario y apariencia de los Húsares Rojos:
“…el uniforme pequeño (se refiere al uniforme de campo o de diario) era de color azul oscuro, con paramentos escarlatas, similar al fabricado para el primero de húsares venezolanos (…) el coronel Wilson, escogió una chaqueta escarlata con vueltas y cuello azul claro, rica y costosamente ornamentada con encaje dorado, pantalones escarlatas, etc. como su uniforme de gala; mientras que una chaqueta azul, con amplio encaje dorado, overoles, etc. constituyo el uniforme de mañana o de campo. Los oficiales no comisionados y soldados rasos tenían su traje correspondiente.” (17)
La tradición histórica señala, que tal influencia se manifestó en los uniformes de esas dos célebres unidades del Ejército Libertador en Carabobo, principalmente en la adaptación de dormanes de húsar de color encarnado, y pantalones de montar azules o del mismo color de la guerrera.
A comienzos de 1821 (28 de enero), se suscita un pronunciamiento en la plaza de Maracaibo en favor de la independencia, ésta región para el momento de la firma del Armisticio, formaba parte del territorio controlado por los realistas; los participantes de tal acontecimiento solicitan el auxilio militar de los patriotas, que se manifiesta en la posterior ocupación de la plaza por tropas independientes. Esto traerá como consecuencia el reclamo del comando realista en la persona del Mariscal Miguel de la Torre (el General Pablo Morillo había sido relevado por éste ultimo del mando). Luego de un intercambio de comunicaciones con el Libertador, ambos jefes acuerdan la ruptura del Armisticio, y por ende, la reanudación de la guerra.
Habiéndose previsto la apertura de nuevas operaciones militares para finales del mes de abril, el Libertador continuará adelantando la organización, equipamiento y posterior concentración de los cuerpos bajo su mando, disponiendo sus movimientos para una acción decisiva.
Los Batallones que componían la Brigada de la Guardia, emprendieron su marcha desde la ciudad de Barinas el 10 de mayo de 1821 en dirección a Boconó de Barinas, donde serán alcanzadas por el Libertador. Este ejército, proseguirá luego hasta Guanare el 22 de mayo. El comando realista, había avanzado en busca de batir a los patriotas al comienzo de la campaña, pero tuvo que detenerse y dividir sus fuerzas, motivado a las operaciones del General José Francisco Bermúdez sobre su retaguardia, quien había avanzado sobre la capital. Enterado el Libertador del resultado positivo de esa parte de sus planes, continuó hasta la ciudad de San Carlos con sus tropas (2 de junio), y los cuerpos realistas que se le oponían retrocedieron hasta Valencia.
En San Carlos, el Libertador comenzó a concentrar sus fuerzas como tenia previsto, allí llegan las divisiones del General José Antonio Páez quien venia desde Apure, y la del General Rafael Urdaneta (comandada accidentalmente por el Coronel Antonio Rangel, motivado a la enfermedad de aquel) respectivamente.
Desde comienzos del mes de junio de 1821, el Mariscal Miguel de La Torre, había tomado como cuartel principal las cercanías de la sabana de Carabobo, sin embargo, a pesar de sus intenciones iniciales de batir a Bolívar antes que pudiera reunirse con sus otros cuerpos, no pudo hacerlo efectivo por la maniobra distractora de Bermúdez sobre Caracas, que lo mantuvo en actitud expectante y de indecisión.
Ello permite al Libertador concentrar fuerzas y desarrollar un grupo de maniobras por varios frentes con el fin de obligar al comando realista a distraer más fuerzas, debilitando así su cuerpo principal. Cumplidas estas premisas, el Libertador avanza con sus tres divisiones en busca de un choque decisivo.
La marcha se inicia el día 20 de junio desde San Carlos, pasando por Tinaco, para pernoctar en Tinaquillo (22 de junio). El día 23 el Libertador en persona, pasa revista a todo su ejército en la sabana de Taguanes. En los días previos, las avanzadas patriotas habían destruido o hecho retroceder, a los cuerpos realistas de observación que el Mariscal La Torre había dispuesto para obtener información sobre los movimientos patriotas. El día 24 de junio de 1821, en las sabanas de Carabobo se libra la batalla del mismo nombre, con resultado favorable para los patriotas salvándose a penas unos pocos cuerpos realistas que se ven obligados a entrar en la fortaleza de Puerto Cabello.
La victoria será explotada rápidamente por el Libertador, quien ocupa la misma noche del día 24 la ciudad de Valencia, dispone al día siguiente un cerco sobre la plaza de Puerto Cabello, y luego de tomar las medidas necesarias para asegurar la ocupación del territorio conquistado, marcha a Caracas, entrando victoriosamente con parte de sus tropas el día 29 de junio.
La victoria de Carabobo será un duro golpe para las tropas realistas, éstos, harán grandes intentos por mantener la lucha en los años siguientes, pero ya sin esperanzas de éxito, sus últimos jefes serán derrotados definitivamente después de la batalla naval del lago de Maracaibo en julio de 1823.
Uniformes del Ejército Realista.
Respecto a la representación de uniformes del ejército realista que combatió en la Batalla de Carabobo, y que en nuestro Museo se exhiben, tenemos a los batallones de infantería de Burgos y Valencey, y el de infantería ligera Cazadores de Hostalrich. Además se encuentra una representación del uniforme de la caballería de línea y de los célebres Húsares de Fernando VII.
La investigación realizada para la reconstrucción verídica del vestuario de la infantería, se apoyó primordialmente, en lo que está registrado en el Reglamento que sobre esa materia dictó el rey Fernando VII el 2 marzo de 1815, y que fue aplicado a sus tropas en América paulatinamente en años subsiguientes. En la importante obra del Conde de Clonard, titulada Historia Orgánica de las Armas de infantería y caballería españolas, editada en 1859, nos suministra muchos datos al respecto.
Regimiento de Valencey (antes La Unión).
Este regimiento tuvo sus orígenes en los llamados “brigands” que bloquearon al ejército francés en las ciudades de Tuy y Vigo en el mes de marzo de 1809 y bajo el comando de Pablo Morillo. En la ciudad de San Payo se le organizó en tres batallones el 14 de abril del mismo año. El Conde de Clonard señala en su obra (tomo XII, pp. 381-383) que este regimiento tenia por armas el puente roto de San Payo, con la custodia, emblema del reino de Galicia y que posteriormente tuvo en campo de plata el puente roto de San Payo, unido por el sagrado copón; para 1812 nos dice que llevaba casaca de color celeste con divisa encarnada, y que en 1814 su casaca era azul, pero con divisa verde y amarilla.
Según Estado Militar de 1814, su uniformidad era: Casaca y pantalón azul, vivo, botón y chaleco blanco, cuello verde, forro y vuelta encarnada, solapa azul.
El regimiento de la Unión cambia de denominación por real orden en 1818, pasando a llamarse regimiento de Valencey, y señalándose el uniforme de su par peninsular que según había dispuesto la reforma introducida en la infantería española en 1815 era: “Casaca azul turquí; solapa y vuelta carmesí; cuello y hombreras morado; forro encarnado; vivo, ojales de la solapa y botón blanco; chaleco y calzón blanco, botín de paño negro largo; pantalón ancho azul turquí, y de lienzo blanco con medios botines.” (18). Ver lámina nº 7.
Regimiento de Cazadores de Hostalrich
(Antes Cazadores de Castilla).
Este regimiento fue creado a finales del mes de agosto de 1811 en la ciudad de Castilla la Vieja, siendo reformado el 17 de febrero de 1815 antes de su paso a ultramar; parece estar emparentado con el regimiento de tiradores de Castilla que tenia tres batallones, por lo que se estima debió llevar el mismo uniforme de estos. Según Estado Militar de 1814, el uniforme asignado a los tiradores de Castilla era: Casaca azul turquí sin solapa, cuello, vuelta, y vivo verde, forro blanco, pantalón y botín gris, botón blanco y morrión.
El Cazadores de Castilla cambiara de denominación por real orden a finales de 1818, debiendo asumir el de Cazadores de Hostalrich al igual que el uniforme asignado a su par peninsular desde las reformas de 1815. En el periódico patriota Correo del Orinoco, se publicaron en 1819 extractos de algunas cartas interceptadas a los realistas, en una de ellas, se hace referencia a éste cambio de denominación y de uniformes:
“Campamento de Atamaica media-legua de San Juan de Payara.
2 de Marzo de 1819
…De resultas del arreglo hecho en la Península a los Cuerpos del ejército habemos perdido el inmemorable nombre de Castilla y tomado el de Hostalrich expedicionario, cuyo uniforme no es bonito. La Unión ha resultado Valencey…” (19)
El uniforme asignado desde 1815 al Cazadores de Hostalrich era: “Casaca, solapa, vuelta y forro azul turquí; cuello y hombreras carmesí; vivo anteado y botón blanco; ojales de la solapa con vivos de paño también anteado; chaleco y calzón blanco; botín de paño negro largo; pantalón ancho azul turquí, y de lienzo blanco con medios botines.” (20). Ver lámina nº 7.
Regimiento de Caballería Húsares de Fernando VII.
Los Húsares de Fernando Séptimo son la unidad de caballería de la expedición Pablo Morillo de más célebre cita en los diversos trabajos que sobre la guerra de independencia venezolana se han escrito.
Este regimiento de no figura en el Estado Militar de España de 1814, pero si en la organización de la caballería española al concluir la guerra contra la invasión Napoleónica de la Península, y entre los Regimientos de Húsares del Estado Militar de España de 1812. Al parecer los Húsares de Fernando ‑
VII, fueron herederos de los antiguos Granaderos a caballo de Fernando Séptimo, los cuales habían sido disueltos en época anterior.
Fueron organizados el 15 de setiembre de 1808, reformándoseles el 1 de mayo de 1811. El historiador venezolano Carlos Pérez Jurado, en su articulo titulado Los uniformes de Carabobo, refiere lo que dice sobre su uniformidad el Estado Militar de América de 1817, citamos: “Dormán y pelliza verde, guarnecidos con trencillas blancas; cuello y vueltas amarillas; pantalón de parada amarillo; otro de montar gris; gorra de pelo con manga encarnada; cabos blancos; portapliegos (sabretache) negro y fornituras blancas.” (21). Ver lámina nº 8.
El pintor colombiano José María Espinoza, cita en sus memorias la siguiente anécdota, que le fuese referida personalmente por el “Héroe de la batalla de Pantano de Vargas”, el Coronel Juan José Rondón:
“Estando yo retratando al General Rondón, él me divertía refiriéndome algo de sus campañas, “¿Qué le parece a Ud.?” me dijo un día, “habiéndose acampado el General Barreiro, español, al frente del Pantano de Vargas, se acercaron a nuestro campo dos Húsares de Fernando VII, seguramente con animo de desafiar a dos de los nuestros. Venían en magníficos caballos, y muy bien uniformados, con una chaqueta verde guarnecida de pieles, colgada sobre el hombro izquierdo; tenían espada, carabina, un par de pistolas, cantimplora, etc. Nosotros estábamos viéndolos hacer morisquetas, cuando se me presentó un zambito de la caballería del bajo Apure, y me dijo: Mi Generá, ¿me da permiso de espantá aquellos dos goos? ¿Y tú sólo?, Sí señó, me contesto el zambito, que estaba medio desnudo, con su lanza montado en pelo en un caballito que manejaba con una jetera; se precipitó sobre los dos españoles, y cuando se acercó le hicieron tiro de pistola y carabina, pero por fortuna no fue grave la herida hecha al caballo; entonces lanceó a uno de los dos godos y el otro salió corriendo, y la cantimplora volaba por la precipitación con que iba; pero no obstante ésta ligereza fue alcanzado por el nuestro, y corrió la misma suerte del primero. El zambo fue aplaudido por todo nuestro campo adonde volvió con un caballo de cabestro, y yo le dije ¡te has lucido!, a lo que me contestó: eso no es naa mi Generá.” (22)
Regimiento de Infantería de Burgos 21 de línea.
Sobre este cuerpo, el Conde de Clonar dice en su obra (tomo X, pp. 366-367) que ostentaba el sobrenombre de “El Sol” ya que tenia por armas el sol en oro sobre campo azur, bordura en gules con el dístico Civitas solis, vocabitur una, en oro. Recordemos que llegó a Venezuela como parte de la expedición comandada por el Brigadier José de Canterac en el año de 1817.
Según el reglamento para la infantería española de 1815, su uniforme era: “casaca azul turquí, chaleco, pantalón, ojales y botones blancos, solapa y vivos verdes, puño, cuello y hombreras amarillas.” (23). Ver lámina nº 8.
Caballería de Línea Realista.
En cuanto al uniforme de los escuadrones de caballería de línea peninsulares (Lanceros) que combatieron en nuestro país, y de los cuales su único contingente llegó con la mencionada expedición del Brigadier Canterac, vestían en términos generales según lo que se había dispuesto en las reformas hechas al arma de caballería dentro del ejército español el 1 de junio de 1815. En la llamada Guía de Forasteros en Madrid de 1821, se suministran muchos datos respecto a la organización, mandos y distribución de los distintos cuerpos del ejército real de la Península. En la misma, encontramos información respecto a la uniformidad de los cuerpos de caballería de línea y ligera que fuesen dispuestos desde tiempos de las citadas reformas; por ende, pueden servir como datos de orientación general respecto a los cuerpos de caballería pertenecientes a la expedición Canterac.
Según la citada Guía, el uniforme de los cuerpos de caballería de línea española era: “casaca azul turquí sin solapa; cuello, vueltas, forro y vivos encarnados; botón blanco; en este y en el cuello de la casaca el numero del regimiento; pantalón gris; capote, mantilla y tapa fundas azules, aquel con cuello encarnado, y estas con franja del mismo color; casco de suela con cimera de piel de oso, bota alta.” (24)
Notas al Pie de Página.
(1) Manuel Pérez Vila y Pedro Graces. Las Fuerzas Armadas de Venezuela en el siglo XIX, tomo I, pp. 77-78.
(2) Gaceta de Caracas, nº XI, lunes 1 de noviembre de 1813, pp. 1-2.
(3) A.G.N., Sección de Guerra y Marina 1820-1822, tomo I, folios 8-13.
(4) Eric Lambert. Voluntarios Británicos e irlandeses en la Gesta Bolivariana, tomo I, p. 67.
(5) Alexander Alexander. La vida de Alexander Alexander escrita por el mismo, p. 26.
(6) Alexander Alexander, ob. cit., p. 49.
(7) Ibídem., p. 90.
(8) José Rafael Fortique. John Roberton, Cirujano del Ejército Libertador, p. 94.
(9) Daniel Florencio O’Leary. Memorias, tomo XVI, doc. 639, p. 332.
(10) Manuel Antonio López. Recuerdos Históricos, pp. 29-30.
(11) Eric Lambert. Carabobo 1821, Algunas relaciones escritas en inglés, pp. 61-62.
(12) Manuel Pérez Vila y Pedro Grases, ob. cit., tomo II, pp. 131-132.
(13) Vicente Lecuna. Cartas del Libertador, tomo II, doc. 412, p. 105.
(14) José Rafael Fortique, ob. cit., pp. 107-108.
(15) A.G.N., Sección Traslados, Colección Ejército de Costa Firme, cartas y comunicaciones oficiales realistas 1815-1822, tomo XII-nº 425, pp. 72-73.
(16) Eric Lambert, ob. cit., p. 67.
(17) Gustav Hippisley. A Narrative of the Expedition to the rivers Orinoco and Apure in South America which sailed from England in November 1817 and joined the patriotic forces in Venezuela and Caracas, pp. 22-23. El original está en ingles, la traducción es del investigador José Peña.
(18) Conde de Clonard, ob. cit., tomo VI, p. 496.
(19) Correo del Orinoco nº 26 del sábado 10 de abril 1819, p. 4.
(20) Conde de Clonard, ob. cit., tomo VI, p. 496.
(21) Diversos autores. Carabobo para todos, pp. 84-91.
(22) José María Espinoza. Memorias de un Abanderado, pp. 216-217.
(23) Conde de Clonard, ob. cit., tomo VI, p. 423.
(24) Guía de Forasteros en Madrid para el año 1821, pp. 114-115.
Fuentes Bibliográficas:
· Archivo General de la Nación (A.G.N.)
· ALEXANDER, Alexander. La vida de Alexander Alexander escrita por el mismo. Caracas, ediciones de la Presidencia de la república, 1978, II tomos.
·BUENO, josé María. Soldados de España, el uniforme militar español desde los reyes Católicos hasta Juan Carlos I. Málaga, gráficas Summa S.A., 1978.
· CLONARD, Conde de. Historia Orgánica de las armas de Infantería y caballería españolas. Madrid, varios tomos, 1859.
· Evolución Histórica del Uniforme Venezolano. Caracas, ediciones de la República de Venezuela, ministerio de la Defensa y Museo Histórico Militar, 1984.
· FORTIQUE, José Rafael. John Roberton, Cirujano del Ejército Libertador. Maracaibo, editorial Puentes, 1972.
· GRACES, Pedro y PÉREZ VILA, Manuel. Las Fuerzas Armadas de Venezuela en el siglo XIX. Caracas, ediciones de la Presidencia de la República, 1963, IV tomos.
· LAMBERT, Eric Carabobo 1821, relaciones escritas en inglés. Caracas, Fundación John Boulton, 1974.
· LAMBERT, Eric. Voluntarios Británicos e Irlandeses en la Gesta Bolivariana. Caracas, editado por la C.V.G., Embajada Británica, British Petroleum y The British Council, 1981, III tomos.
· LÓPEZ, Manuel Antonio. Recuerdos Históricos. Bogotá, ediciones de la Presidencia de la República de Colombia, 1955.
· O’LEARY, Daniel Florencio. Memorias. Caracas, Ministerio de la Defensa, 1981, XXXIV tomos.
· USLAR PIETRI, Juan. Memorias de Legionarios Extranjeros en la Guerra de Independencia. Caracas, Monte Ávila editores, 1991.
Investigación realizada por José Peña, asesor del Museo Histórico del Ejército “Teniente Pedro Camejo”, Escuela de Equitación “Negro Primero”, Fuerte Tiuna, Caracas – Febrero 2011.